Según un reciente estudio del Consejo General de Enfermería, un 33 por 100 ha sufrido una agresión física o verbal en los últimos doce meses. En concreto, 2.998 enfermeros fueron atacados físicamente en este periodo. Los responsables han sido los propios pacientes (47,3 por 100 de los casos), sus familiares y acompañantes (49,8) y otros individuos sin identificar (2,9). Las causas más citadas, la frustración de no ver satisfechas sus expectativas de atención sanitaria en cuanto a tiempos y pruebas (41 por 100), el desacuerdo en valoraciones o diagnósticos (27) y la no aceptación por parte del personal de demandas específicas (12).
«Hay un problema de fondo importante: la frustrada posibilidad de conseguir un derecho de forma inmediata», señala José Ángel Rodríguez, vicepresidente del Consejo General de Enfermería. «El nivel de exigencia de los usuarios españoles ha subido mucho en los últimos años sin que los recursos hayan mejorado en la misma proporción. De todos modos, eso no justifica las agresiones». La tensión se hace más dramática en el servicio de urgencias, donde se mezclan pacientes con patología banal con otros que sufren «averías» serias. Un panorama clásico en los hospitales de nuestro país. El atasco termina por cabrear a la gente, que pide atención inmediata. «Es preciso montar un buen sistema de información que tranquilice a los pacientes y sus familiares. Cambiar el modelo. Eso requiere invertir en la formación de las enfermeras», continúa Rodríguez. «Al mismo tiempo, mejorar los sistemas de seguridad, con cámaras y efectivos de vigilancia. No es de recibo que haya individuos que quieran fumar en urgencias junto a bombonas de oxígeno y monten una bronca cuando les llamas la atención. Por desgracia, la respuesta de las administraciones es más bien fría. Hasta que no haya una desgracia no se producirá una reacción».
Recursos y formación
«Hay un problema de fondo importante: la frustrada posibilidad de conseguir un derecho de forma inmediata», señala José Ángel Rodríguez, vicepresidente del Consejo General de Enfermería. «El nivel de exigencia de los usuarios españoles ha subido mucho en los últimos años sin que los recursos hayan mejorado en la misma proporción. De todos modos, eso no justifica las agresiones». La tensión se hace más dramática en el servicio de urgencias, donde se mezclan pacientes con patología banal con otros que sufren «averías» serias. Un panorama clásico en los hospitales de nuestro país. El atasco termina por cabrear a la gente, que pide atención inmediata. «Es preciso montar un buen sistema de información que tranquilice a los pacientes y sus familiares. Cambiar el modelo. Eso requiere invertir en la formación de las enfermeras», continúa Rodríguez. «Al mismo tiempo, mejorar los sistemas de seguridad, con cámaras y efectivos de vigilancia. No es de recibo que haya individuos que quieran fumar en urgencias junto a bombonas de oxígeno y monten una bronca cuando les llamas la atención. Por desgracia, la respuesta de las administraciones es más bien fría. Hasta que no haya una desgracia no se producirá una reacción».
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